martes, 21 de junio de 2011

Dedicado a un muerto olvidado.

Yo no sé por qué mis días son oscuros.
Te perdí para siempre.
Cuesta entender que no estas aquí,
y que el viento se llevo tu último suspiro.
Lo único que sé y no acepto es que nunca más me reflejaré en tus ojos.

Y los días son grises; yo lloró en los rincones,
oculto mi ojos rojos, oculto mi angustia.
Me la trago costosamente, semejante a una pastilla enorme,
impidiendome respirar, impidiendome latir mi débil corazón.
Las hojas caen, todo es verde, pero por dentro todo muere.

Si tu alma existe, seguramente bailará en la eternidad,
sin quebrar esa sinfonía constante tan gloriosa... .
Sentir que llueve sobre mi vida,
sé que algún día saldrá el sol.
Y tu felicidad pasada se manifestará en mi corazón.
Pero por favor! Ni te conozco, pero me da lástima saber que moriste en soledad.

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